domingo, 6 de marzo de 2011

Hezbolá dirigirá el Gobierno de Líbano

El partido-milicia chií Hezbolá, considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, ya gobierna en Líbano. Pero lo hace a través de un multimillonario moderado de religión suní, Najib Mikati, y sin voluntad aparente de romper el delicadísimo equilibrio religioso y político del país y del conjunto de Oriente Próximo. El único objetivo  de Hezbolá consiste en bloquear la investigación de la ONU sobre el asesinato en 2005 de Rafic Hariri, padre de Saad Hariri. Hezbolá insistió durante meses para que Hariri recusara la investigación internacional sobre el asesinato de su padre. Ante la negativa de Hariri, se atrajo los diputados del druso Jumblatt (mediante amenazas, según parlamentarios suníes) y a la coalición cristiana de Michel Aoun, y logró una mayoría en el Parlamento. Hassan Nasralá, un político de gran habilidad, intentó evitar que la llegada al poder de Hezbolá fuera interpretada como un golpe de Estado parlamentario o como una entrega de Líbano a Siria e Irán. En realidad, el hecho de que fuera el Ejército quien se enfrentara a la protesta suní demostró que, al menos por el momento, Nasralá y Hezbolá preferían mantener una actitud conciliadora. Hezbolá es una milicia muy poderosa, capaz de enfrentarse al Ejército israelí y, evidentemente, muy superior en todo al Ejército libanés. Si quisiera hacerse con el control del país, lo haría en cuestión de días, como demostró durante el sitio de Beirut, la demostración de fuerza que desarrolló en 2008. Por el momento, los milicianos de Hezbolá permanecieron en sus casas. Pero la violentísima historia de Líbano y su propensión a los enfrentamientos sectarios hacían imposible prever el desenlace de la actual crisis

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